Cuando uno elige participar o realizar una ruta suele haber un motivo principal para ello por encima del resto, subir a una cumbre, visitar un árbol monumental, pasear por un bosque especial o cualquier otra. Hacer esta ruta para los que somos de la zona tenia poco que descubrirnos, paisajes, playas, calas, islas muy conocidas y casi todas recorridas en nuestros paseos veraniegos, que es una de las cosas que más se suele hacer en La Manga, tanto por placer o mantener el estado físico, como para evitar coger el coche en esta ratonera insufrible en que la han convertido.
A pesar de haberme recorrido esta lengua de tierra en coche, bicicleta y a pie durante años y siempre recomendando fuera de la temporada veraniega su visita, salvo que te guste el bullicio y los atascos, había un lugar por el que mis pies no habían pasado, aunque la vista siempre se me quedaba hipnóticamente fijada en él, me estoy refiriendo a la zona de la Encañizada, donde La Manga termina y comienza el Parque Regional de las Salinas de San Pedro del Pinatar y concretamente la Playa de la Llana.
Desde ambas orillas he visto esta pequeña lengua de mar que sirve de comunicación natural entre los dos mares, Menor y Mayor o Mediterráneo, siendo un lugar muy atractivo y fotogénico con paisajes singulares como los scull o arrecifes que protegen del oleaje la entrada, las construcciones de la encañizada, las viviendas existentes en mitad del mar y sin comunicación terrestre como son la Casa del Ventorrillo o la Torre de la Encañizada y las formaciones naturales cambiantes de agua, tierra y algas en las que habitan un sinfín de aves y que proporcionan un espectáculo en si mismo. Y por ultimo recomendarte los atardeceres desde este lugar con los complementos antes citados a los que habría que añadir el Cabezo Gordo y el Mar Menor como fondo.
A pesar de ser muchas las marchas que se organizan y que cruzan por este lugar nunca había tenido la oportunidad de hacerlo (Vuelta al Mar Menor de Nazios o ASM), por lo que siempre me había preguntado por donde estaría ese paso accesible a peatones. Pues bien no tiene gran misterio por el mismo centro, ni próximos a los arrecifes ni a la encañizada. No tiene gran dificultad y solo has de ir viendo por donde cubre menos, existiendo en el centro un lugar donde las personas de menor estatura tendrán que nadar o navegar.
Los fondos son arenosos en su mayor parte por lo que el caminar por los mismos se hace sin gran dificultad, no obstante existe un obstáculo y es la zona de la Llana donde la existencia de gran cantidad de algas, mezclada con fango o barro te hará más dificultosa la salida a tierra firme, unido a un desagradable olor a putrefacción y llenarte el cuerpo de algas. Un poco de aventura que incluso hará más divertida la ruta, con el único peligro de que pierdas alguna zapatilla adherida al fondo marino, prueba de ello es que alguna que otra nos encontramos perdida.
Me viene a la mente, atravesando las aguas a pie, la idea que recientemente ha tenido un político de construir una pasarela peatonal que una estos dos espacios. Al respecto existe un enconado debate entre partidarios y detractores. En un principio parece una idea buena para los senderistas y amantes de la naturaleza el poder comunicar estos espacios ampliando las rutas que ya existen del Parque Regional, y así de paso evitar ponernos de lodo hasta las orejas. Sin embargo existen muchos recelos por parte de ecologistas y naturalistas de que esto sea el primer paso para luego construir el tan anhelado por constructores y residentes paso por carretera, así mismo su construcción debería ser por un lugar donde no se moleste a las zonas donde habitan las aves y que se encuentran protegidas, algo que se me antoja difícil de localizar. Por tanto, y visto lo poco que cuesta pasar mejor dejarlo como esta sin pasarela peatonal y el que quiera hacer la ruta que se moje.
A parte de este corto pasaje, por mucho que fuera mi mayor estimulo para hacer la ruta, consta de dos partes bien diferenciadas unidas en un mismo espacio físico. En la primera parte vamos a poder observar la barbarie especulativa con que nuestros dirigentes han permitido que las empresas constructoras enlosaran y cimentaran lo que probablemente sea el lugar natural más especial que cuenta no solo la Región de Murcia sino posiblemente de nuestro país, me estoy refiriendo lógicamente a La Manga y por extensión al Mar Menor en su conjunto, un lugar único, del que ya solo podemos disfrutar en su estado natural por medio de fotografías en blanco y negro.
De todos es conocido el proceso urbanizador salvaje que La Manga sufrió desde los años 60 del siglo XX y aunque parece muy sencillo imputar al antiguo régimen dictatorial la culpa, lo cierto es que nuestros democráticos políticos tanto locales, regionales o nacionales, no solo no pararon el inicial atropello sino que siguieron con el mismo hasta colmatar de edificios la lengua de arena. Curiosamente ya en el siglo XXI dicen que no se van a autorizar más edificaciones nuevas, por lo menos en la zona de Cartagena, un poco tarde la decisión, aunque espero que se mantenga e incluso que vayan un paso más adelante con la protección de los pocos espacios que existen sin urbanizar (salinas de Marchamalo, el Vivero, Isla del Ciervo y resto de islas...)
Por contra, tenemos el otro lado de la moneda en el Parque Regional de las Salinas de San Pedro del Pinatar, un espacio natural que salvo alguna excepción (ampliación del Puerto) ha sabido conjugar naturaleza, uso empresarial del espacio y protección de las playas. Un lugar que he recorrido muchas veces y que no me canso de hacerlo, especialmente el sendero señalizado que te introduce por las dunas y recorre parte de las salinas y que puedes terminar en Lo Pagan. aquí no solo vas a encontrar unos paisajes de ensueño sino que podrás ver gran variedad de aves en libertad tan exóticas como los flamencos, y una vegetación adaptada al agreste entorno salino y arenoso a pesar del cual resisten y se desarrollan sufridos pinos de corto porte para defenderse del viento.
A pesar de todo no puede dejar de recordar el imponente porte con que contaban las dunas de la playa de la Llana hace mucho tiempo, cuando no existía protección de este espacio e incluso aquí se disputaban pruebas de motocross y que me recordaban las recientemente visitadas de Guardamar del Segura. Esta perdida de arena los expertos la achacan a la construcción – ampliación del Puerto deportivo de San Pedro del Pinatar, que a la vez y eso seguro se ha cargado unos cientos de metros de la playa ya que ahora esta anegada por algas en descomposición junto al dique de la citada instalación.
Por tanto un doble aliciente para realizar la ruta, el conocer La Manga en toda su extensión, teniendo que elegir si lo hacer por las playas del mar mayor, como fue nuestro caso, por la Gran Vía por acera, menos cansado pero más desagradable, salvo que te guste ver escaparates y fachadas de casas o por la playas del Mar Menor donde la continuidad de las mismas es mucho más dificultosa teniendo que salir a la carretera en más de una ocasión, no obstante si es por la tarde te recomiendo esta ultima opción, ya que los atardeceres desde este lugar nada tienen que envidiar a ningún otro, incluido el famoso de la La Alhambra. Y aunque no te puedas bañar, evita la época estival, menos gente, mejores paisajes y playas paradisíacas. Y por otro lado si tienes tiempo disfruta de la naturaleza viva en las Salinas de San Pedro y si tienes problemas físicos puedes acabar aplicándote los barros.
DESCRIPCION DE LA RUTA
Desde el puerto de Cabo de Palos iniciamos la marcha, no obstante si no conoces el faro, te recomiendo que aparques alli, subas al mismo, recorras su calas y finalmente comiences la ruta por un sendero que te llevara la Paseo marítimo de la Playa de Levante de Cabo de Palos.
En esta zona podrás ver antiguos caserones típicos de las viviendas de Cabo de Palos y algunas casas modernas también con cierto estilo, dentro de la vulgaridad generalizada que ha supuesto la construcción en la zona. A continuación llegamos a la Playa de las Amoladeras, un lugar que se ha salvado de la edificación por los restos prehistóricos allí encontrados y que siguen sin ponerse en valor junto con la restauración vegetal de las dunas a pesar de algún intento fallido.
“Uno de los puntos de interés que más visitas recibe es el poblado de las Amoladeras, que se ubica en el Cabo de Palos, y que data del año 2850 a. C. El hecho de que el lugar sea propicio para la pesca de peces y mamíferos, y que esté situado cerca del mar, originó un asentamiento bajo la forma de unas plataformas de dunas fósiles próximas al mar. Pero al no encontrarse construcciones fijas o de materiales propicios para un asentamiento duradero, da a entender que el poblado de las Amoladeras fue empleado para un uso temporal de larga duración, pero no para asentarse de una manera definitiva. Por lo tanto, se comprende que el lugar era usado con el motivo de emplear los recursos que ofrece el mar, y también por la caza de animales marinos que servían para la alimentación.
También se ha descubierto en las Amoladeras el uso de pequeños molinos para grano, siendo un indicador de que empleaban para su alimentación cereales que seguramente conseguían de plantaciones que se encontraran próximas al poblado. Según los historiadores y arqueólogos, los hombres en el Neolítico usaban la piedra, y no es de extrañar ver objetos y utensilios diversos como sílex, hachas y azuelas de piedra pulimentada; a la vez que contemplar los abalorios, collares de conchas de pequeños moluscos y utensilios de cerámica que realizaban las mujeres.” (fuente: http://termometroturistico.es)
En este punto podemos observar las edificaciones más antiguas de La Manga: La Torre Hexagonal (torre negra ahora verde) y el Hotel Entramares. A continuación llegamos al primer paso de agua que comunica los dos mares el Canal del Marchamalo, situándose en la zona del Mar Menor La Gola, salvajemente edificado con pisos en medio del canal.
Atravesando por el puente y de regreso a la playa tenemos enfrente el Hotel Galua, otro clásico del sector en La Manga, muy conocido por las películas de Manolo Escobar y compañía que de la mano del “popular” Manuel Fraga promocionó la zona permitiendo la construcción sin control al incluirlo en el programa de Promoción del Turismo, sin respeto alguno por el paisaje o la biodiversidad.
Pasamos la Punta de la Raja donde esta situado el Hotel Galua, para llegar a otro atentado del urbanismo “El Monte Blanco”, única y máxima elevación de La Manga con 46 m (sin subirnos a ningún edificio), cuyo nombre los foráneos creerán que deriva del color de los edificios que actualmente lo han engullido y no del color que tenían las rocas que lo formaban.
Salimos del termino municipal de Cartagena para introducirnos en San Javier, ya que una parte inexplicablemente pertenece a este cuando no existe continuidad terrestre (cosas de los políticos). Por cierto esta bimunicipalidad del territorio es obviada por la pagina oficial (http://www.regmurcia.com/) para la cual en su introducción no existe el tramo de Cartagena, que olvidos más extraños.
A partir de este punto el tramo terrestre tiende a reducirse pasando por urbanizaciones tan conocidas como Gaviotas, Eurovosa, Acapulco, Pirámides, Castillos del Mar, Pedruchillo, etc. hasta llegar al Canal del Estacio, segundo punto de comunicación entre mares, contando con un moderno puente que da acceso a los barcos al Puerto de Tomas Maestre, puerto deportivo más grande de la Región.
Este lugar es idílico hasta el punto de que el máximo urbanizador y “dueño de la manga” Tomas Maestre, tiene su casa de veraneo aquí junto al puerto deportivo. El Estacio es un nombre griego que significa “sitio abrigado” ya que era habitual que las embarcaciones fenicias que tiempo remoto eran los máximos comerciantes del mediterráneo buscaran abrigo en este lugar protegidos por la lengua de tierra y la Isla Grosa que se encuentra enfrente.
No es de extrañar por tanto la presencia de restos arqueológicos datados entre el siglo V y IV a.c. en lugares próximos como Pudrimel, Estacio o Isla Grosa, Como curiosidad se creyó que existía una ciudad hundida en el Mar Menor viendo imágenes de Google Eart, al parecer esto se descartó, no obstante la imagen no deja de ser curiosa y en el libro de la Real Academia de Historia “La España oceánica de los siglos modernos y el tesoro submarino español” hace referencia a la existencia de una ciudad sumergida en el Mar Menor.
Aprovechamos las cómodas instalaciones del Paquebote para reponer fuerzas con vistas a la laguna salada y cogemos el autobús que nos lleva hasta la Veneziola. Desde aquí recorremos la playa la punta del pudrimel hasta llegar a la ultima playa de La Manga pasando por los viejos molinos situados a pie de playa.
Atravesamos La Encañizada ultima comunicación entre mares, para llegar a los lodos y algas de La Llana donde nos damos un depurador baño para despojarnos de las algas que se habían metido por los sitios más recónditos de nuestro cuerpo. El resto es un placido paseo hasta el autobús que nos espera junto al puerto deportivo de San Pedro del Pinatar, solamente interrumpido por los malos modos, otro más, del camarero del chiringuito de la Llana que tuvo un enfrentamiento con uno de los miembros por comerse el bocadillo en sus cutres instalaciones, otro lugar para no recomendar.
Nos vemos en el monte, y ¡tengan cuidado ahí fuera!
Fecha: 7/9/2014
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