SIERRA ALMAGRERA: UNA RUTA MINERA
Son variados los motivos por lo que elegimos realizar una ruta
y no otra, normalmente en mi caso, que creo que coinciden con una gran mayoría,
buscamos que la ruta transcurra por lugares con arbolado, que existan cursos de
agua o que tenga un interés paisajístico destacado por la forma de sus montañas.
Este no es el caso, aquí vas a encontrar un paisaje típico del sureste español,
de matorral, sin arbolado, sin agua y sin relieves especialmente fotogénicos. No
obstante tiene un motivo fundamental que es el recorrer las instalaciones
mineras en estado de ruina, pero que con un poco de imaginación nos podemos hacer
una idea de lo que supuso para esta zona la fiebre de la plata.
También cabe destacar,
por lo menos en este día, el azul intenso del cielo en contraste con cúmulos blancos
y sobre un mar en calma, típico de nuestras costas mediterráneas.
Caminando por
estos montes y viendo en todas direcciones ruinas de instalaciones mineras: chimeneas,
pozos, carriles para vagonetas, lavaderos, almacenes, viviendas... y disfrutando
de la soledad, aunque vayas en un grupo, la mente se va con cierta facilidad a
aquellos tiempos de largas e inhumanas jornadas de trabajo, con sueldos a destajo, sin cobertura de baja
por enfermedad etc. A quien le interese entrar en el detalle de las condiciones
laborales en el desarrollo industrial puede consultar cualquier libro de Historia
Social del Trabajo, siempre que tenga estomago para ello.
Pues en este
estado semi hipnótico, me dio por comparar, aquellas penosas condiciones de trabajo
de nuestros antepasados de no hace más de 100 ó 150 años, con el retroceso vertiginoso
que estamos sufriendo en la actualidad. No es comparable, por ahora, pero si sintomático
que en vez de seguir progresando en derechos estos se estén mermando y muy rápidamente.
Como seria muy largo y pesado un relación
de los mismos solo voy a relatar lo que recientemente he escuchado en un programa
de radio: como sabéis se ha habilitado la posibilidad de que los empresarios
despidan a aquellos trabajadores que tengan un cierto numero de días de baja, aunque
estas sean totalmente verídicas, así mismo se ha procedido a bajar las indemnizaciones
que se cobraban por esos días, conclusión las bajas han disminuido, los políticos
orgullosos dicen que eran fraudulentas, pero lo cierto es que los trabajadores con
salarios escasos no se pueden permitir perder más salario y menos aun quedar
expuestos a la posibilidad de un despido, conclusión, los trabajadores van al trabajo
enfermos. Las consecuencias de dichas actitudes, tanto del político como del
trabajador, pueden ser terribles, os imagináis que en el autobús que nos traslado
el conductor por dichos motivos estuviera con fiebre por una vulgar gripe, o que
sufriera mareos, o que un juez del que depende una decisión transcendental para
vuestros intereses (despido, herencia, fraude...) tenga un migraña de caballo y
dicte sentencia como pueda para terminar el caso, o como relataban en la radio un
policía con un esguince que iba a trabajar (cogería a algún ladrón). Además estos
trabajadores que con una enfermedad contagiosa (desde la gripe a la que imaginéis)
en puestos de atención al publico, contagiando a todo el personal, no va salir
mucho más caro al sistema.
En fin, de la
productividad solo hablan los señores políticos y empresarios para bajar los salarios,
pero de las condiciones de trabajo, la organización de las empresas, la apuestas
por la tecnología y la adecuación de los puestos de trabajo: que si son las
fuentes que pueden incrementar la productividad y por tanto la competitividad
de nuestras empresas, nada se dice..
Después de
estos apuntes sociolaborales, que me generó la ruta, hay que decir que para los
expertos en geología y minerales también debe de ser un disfrute esta ruta, ya
que existían rocas con impregnaciones de colores, otras con pequeños brillos,
etc. así como fallas y estratos que han quedado a la vista por la construcción
de las propias instalaciones mineras, caminos, etc.
Descripción de la ruta:
El autobús nos dejó en “Cala
Concha”, desde nos desplazamos unos cientos de metros, por carretera al “Embarcadero
Viejo”, tras la visita a las instalaciones
del mismo, continuamos unos metros por la carretera y cogemos un camino que nos
lleva a la entrada de un antiguo carril de vagonetas, que se encuentra parcialmente
enterrado, no obstante quitándonos las mochilas podemos pasar y atravesar el túnel.
A partir de aquí subimos con un
fuerte desnivel a través de los muros que forman un plano inclinado por el que debían
de circular las vagonetas con el mineral. Una vez que finaliza el mismo hay que
seguir por un sendero prácticamente inexistente, por lo que se puede decir que
este tramo hay que hacerlo campo a través. Sirva de referencia que hay que dejar a la derecha el “Cabezo de la
templanza” (363 m.) y dirigirnos a la ante cumbre (329 m.) del Pico Tenerife.
No existe en todo el recorrido sendero
señalizado, y solamente algunos caminos abandonados de las antiguas minas nos pueden
servir de referencia para no desviarse de la ruta propuesta. Hacemos la cumbre
del Pico Tenerife (368 m) máxima altura de la Sierra Almagrera, y tras un breve
descanso el grupo se divide en dos según el estado de las fuerzas de cada uno. El
grupo más numeroso bajamos en dirección al Barranco Jaroso por medio de un camino
y por el que podemos observar las innumerables instalaciones mineras, algunas con
cierto encanto arquitectónico, hasta tal punto que algún senderista dijo parecerse
a los restos de una catedral, no obstante había de todo y algunas se asemejaban
al fuerte de navidad, pareciéndose más a una fortaleza que a una mina.
Llegados a un cruce de caminos
subimos al “Cerro de las Canarias”, el creador de estos topónimos debía de ser insular,
y comenzamos el regreso pasando por los parajes de “Chimenea Blanca” y “Chimenea
del Mono”, en donde podemos observar una vieja maquina de vapor que era utilizada
para sacar el mineral del interior de las minas.
Pasamos por la parte norte del
Pico Tenerife y nos reagrupamos de nuevo todo el grupo en un collado en las proximidades
de la “Atalaya Árabe” (364 m), donde reponemos fuerzas con el pertinente bocata.
Continuamos por senderos, existen
diversos que van hacia las diferentes partes de las minas, por lo que es fácil tener
pequeños despistes, pasamos el “Picacho de la Iberia” (344 m) y comenzamos el descenso
dejando a nuestra izquierda el “Picacho de la Matilde” (320 m). Una vez finaliza
el barranco bajamos por donde podemos, entre cultivos, hasta la “Barriada Minera
el Arteal”, pueblo abandonado de los mineros y que es utilizado actualmente para
juegos Pimball, precaución que puedes “morir” manchado de amarillo.
Tras la visita de rigor al pueblo
minero cogemos la vereda de la “Rambla de Canalejas” hasta la confluencia con el
Río Almanzora, sorprendentemente para mi, ambos llevan un pequeño cauce, supongo
que regulado por la existencia del pantano aguas arribas, donde podemos ver varias
clases de aves acuáticas. Finalizamos con la llegada al pueblo de Villaricos
donde nos espera una fresquita cervecita y el autobús de regreso.
Advertencia: existen infinidad de pozos sin protección alguna y ocultos entre matorrales y desniveles, no se debe correr por estos parajes fuera de los caminos y andar con precaución.
Hasta la próxima.
Guiada por Cristóbal (CEX)
Imágenes CEX
Fotografias de Nuria
Fotografias de Jose A. Armero
Fotografias de Fermin
Fotografias de Juanmi
Fotografias de Nuria
Fotografias de Jose A. Armero
Fotografias de Fermin
Fotografias de Juanmi
Datos del GPS
Distancia: 18 km
Duración: 7:00 h
Tiempo mov: 4:40 h
Vel med.: 3
Km/h
Vel mov: 3,5 Km/h
COMENTARIOS DE NURIA:
ResponderEliminarDespués de haber recorrido la Sierra Almagrera y ver como se destroza una montaña para recoger plata, una se plantea si realmente se necesita ese tipo de material para algo, es decir, si de verdad debemos ponernos joyas sabiendo que van a destrozar nuestro entorno.
Por lo demás la ruta sin más percances, una subida en frío bastante pronunciada que le costó hasta al más experto, pero que después de haberla subido, el resto del camino pareció un camino de rosas hasta llegar a las tan temidas bajadas para mí, pero que se solventaron con paciencia y consejos de los que venían por detrás.
Lo más gracioso para mí fue cuando Cristóbal exclamó un “¡seré idiota!”, cuando se dio cuenta de que para salir del poblado minero no hacía falta volver lo andado sino simplemente seguir adelante por una de las calles y listo.
COMENTARIOS DE CRISTOBAL
ResponderEliminarEsta ha sido una excursión muy especial para mí. Porque si trabajo nos costó ascender el Plano Inclinado por el que se deslizaban las vagonetas con el mineral, ascendiéndolo pensé ¿cuanto les costaría construirlo a los mineros? El trabajo y las vidas quebradas en esta sierra estremecen, a la vez que debe hacernos pensar que lo mismo está ocurriendo actualmente en países de África, donde son explotados hasta niños para extraer el Coltan que nos permita cambiar de móvil cada año en nuestro mundo civilizado.
También ha sido especial porque han venido compañeros asiduos que por diversos motivos dejaron de venir a finales de año. Ha sido una gran alegría inesperada. Es triste decirlo, pero siempre valoras más a las personas que te rodean, cuando dejan de hacerlo.
No es una querencia freudiana, pero veo una chimenea o castillete y "me pone". No me malinterpretéis, os hablo de un gran amor platónico hacia esta sierra, ese que motiva e impulsa al conocimiento de la Forma de la Belleza así como a la contemplación de la misma. Los contrastes, los colores de esta sierra, son únicos. Cada vez que vuelvo a ella me parece igual pero distinta, pero siempre bella y hermosa.
Os pido disculpas por convertir la crónica en una epístola. Ya puesto... concluyo con la siguiente reflexión.
La montaña tiene mucho más que ver con la vida de lo que pensamos. En ella, las prioridades cambian y suceden vivencias inolvidables. Un día en la montaña equivale a dos en la ciudad. En ella, conceptos materialistas y competitivos se tornan altruistas y solidarios, ofreciéndonos enseñanzas para llevárnoslas a casa en la mochila. Quien interioriza los valores que la montaña transmite, está conquistando la cumbre más difícil... la de su propia vida.
En una de las paradas Cristobal me preguntó, con expresión de entusiasmo, que me estaba pareciendo la ruta, en ese momento no supe, y además no me sale, el fingir una respuesta que le satisfaga, respondiendole secamente que era interesante por las minas, pero me quedó un mal sabor de boca por ser tan franco y directo.
EliminarLo cierto es que sin saber porque cada uno tenemos unos espacios naturales que nos embrujan y nos hacen suyos, de los comentarios de Cristobal queda claro que esta Sierra es para él una de ellas, y dada su experiencia os puede servir de aliciente para visitarla.
Una vez finalizada la ruta os la puedo recomendar, por los motivos expuestos en la descripción y por los que yo no supe asimilar, pero Cristobal si.
Aunque no son comparables, si no totalmente disitintas, a mi la que "me pone" es la Sierra de Segura, a la que no me canso de volver aunque sea repitiendo los mismos sitios o descubriendo los muchos parajes que me quedan por ver, aburriendo a familiares y amigos.
COMENTARIO DE JOSE A. ANGOSTO
ResponderEliminarHola
Me ha gustado el planteamiento de Senderista Total. Cuando empiezas a conocer a las gentes que habitan y habitaron un lugar, la excursión entra en otra dimensión. El paisaje nunca es natural. Es la huella y el testigo de la larga y dura experiencia humana.
En cuanto a los aspectos medioambientales te comento algo que me ocurre.
Últimamente, por diferentes motivos, salgo muy poco al monte, mucho menos de lo que desearía. Me pierdo muy buenas excursiones que se organizan en el Club. Eso sí, me consuelo un poco leyendo las crónicas y viendo las fotos de las salidas realizadas. Las revivo, viendo cómo han disfrutado los compañeros del club. Son los testigos de que existen lugares fuera de lo habitual y que pasan a existir porque alguien los visita. A partir de ese momento, ya nada vuelve a ser igual. El senderista pasa a ser cómplice y guardián de la casa de la naturaleza. Si has andado por un paraje y has disfrutado de su belleza, ese sitio forma parte de ti. Ya no serás ajeno a lo que le pueda ocurrir.
Bueno, pues tenía que decirlo.
Salud,
José A. Angosto